sábado, abril 12

Reflexión irreflexible

Los textos que hablan sobre entrevistas me aburrieron un poco. Tal vez, llegó un punto en el que sentí que no podía aportar nada nuevo si me ponía a trabajar solamente con los autores. Por eso se me dio por la comparación, y el juego de palabras. Por eso y porque me resulta un terreno más cómodo. Me ayudo con la letra de una canción de Soda, "Té para tres", título homólogo de mi trabajo. Subtitulo: "Las tazas sobre el mantel, un poco de miel para untar entrevistas, ¿no basta?
Entre párrafos que niego a la entrevista como herramienta de reproductibilidad, comienzo a preguntarme sobre la ética y el cambio de valores que le inflige el periodismo al emplearla de forma cotidiana en su oficio. Por ahí va la cosa, más o menos.
Mas, estoy ahora en el abismo donde todas las dudas me asaltan, donde mi invención parece torpe, como si cojeara en sus bases. Como si nada de lo que digo pudiera ser realmente nuevo o revelador. Estoy entre oprimir backspace y continuar haciendo caso omiso. Es que ya se plantó ahí, maldita duda que no me deja avanzar.
Suelo no mostrar textos por la mitad; lo considero algo indecoroso. Temo que los lectores pudieran descubrirme. Prefiero hacer como en los edificios en construcción que tapian el terreno antes de empezar la obra. Uno sabe que algo pasa ahí adentro, y en muchas ocasiones es bien obvio, pero así y todo los arquitectos deciden ocultarlo. ¿O será a pedido de los albañiles? después de todo, a nadie le gusta que lo miren trabajar, a excepción que uno sea actor, mimo o un verdadero payaso.

Lo bueno de esto, del diario de escritor, es que no se muestra sino que se demuestra. Es que así nadie tiene acceso directo a mis designios de autor, sino, meramente a lo que pienso de lo que hago. Y por supuesto que estos argumentos sólo buscan ser una discusión a medias conmigo mismo. No creo que uno puede ir mucho más lejos en poco tiempo. A duras penas pude romper con mis escritos de los 15 años. ¿Qué quedará para algo tan inmediato? Pues, lo que mencioné antes, dos sensaciones antagónicas: que estoy a punto de descubrir un nuevo sentido de las entrevistas y del mundo, o que lo que hago es una mierda y el mundo también.

Nico.